miércoles, 30 de junio de 2010

QUIÉN GANA Y QUIÉN PIERDE

">
PINK FLOYD. WISH YOU WERE HERE

Todo lo que se ha dicho y escrito sobre la Habana, es cierto. Todo lo que durante tantos años imaginé, inventé y soñé, es cierto. Toda la verdad oficial es cierta. Toda la verdad oficiosa es cierta. Aquí nadie se equivoca. Aquí todo es posible. Aquí hay embargo, hay corrupción, hay igualdad, hay necesidad, hay música, hay oscuridad y hay alegría, mucha alegría. Entonces, ¿quién gana y quién pierde?
Estuve 7 días en la capital de Cuba hace unas semanas y yo quería escribir sobre ella. Quería hablar del sol que te recibe nada más poner los pies en la tierra y que te empapa la piel de arriba a abajo, del primer atardecer que recorre el Océano poniendo los pelos de punta o de la primera noche en la plaza vieja, con sus boleros sonando por doquier y las terrazas llenas de gente.
Quería escribir que pasear por la Habana Vieja es, sin lugar a dudas, querer perderse, naufragar con todas las letras. De nada sirven las guías de la FNAC y las indicaciones de los camareros, los consejos de antiguos viajeros o los chismes de los más fatalistas: el barrio más antiguo de la Habana es oro puro que nadie quiere domesticar, la vida y su ensencia a lo largo de callejas y callejones, edificios suspendidos en el aire (y en el tiempo) por leyes más insondables que la gravedad, bares donde aún se huele la pólvora de afamados gángsters y la tinta de geniales escritores y la sensación, siempre presente, que no bastaría una semana, ni dos, ni mil, para poder descubrir toda su grandeza.
Quería escribir, desde luego, que cuando pisé el malecón, la ciudad me ganó ya para siempre. "El paseo del amor y el desamor" nos dijo un amigo cubano, y es, sin duda, una vez recorrido su muro de piedra agrietado por el océano, la mejor definición posible. Parece que toda Cuba estuviera allí: grupos de chavales cantando y bebiendo ron, parejas discutiendo y besándose, familias enteras alrededor de una guitarra y unos timbales, viejos pescadores tentando la suerte de un mar que los separa y acerca al enemigo, niños jugando entre las rocas... en fin, toda una ciudad frotando la lámpara de los deseos frente al mar que les da la vida.
Quería escribir, además, sobre la Calle 23 (o la rampa) y sus bares de música en directo con sus jineteras y sus repugnantes turistas-clientes; sobre la cantidad de murales y consignas revolucionarias adornando y aleccionando las paredes en ruinas, sobre que te ofrezcan un café y una silla en una casa o te inviten a comer un helado en la famosa Coppelia, sobre los puestos de tamales en la calle o los inolvidables mojitos...
Quería escribir, sin ninguna duda, sobre la escasez. Sí, la escasez en algunos restaurantes, en algunas farmacias, en algunas mercerías, en algunas tiendas... la escasez siempre material, eso sí, que nos les arruina la alegría, ni la música en la calle, ni la hospitalidad. No les arruina nada de lo que verdaderamente son, tan diferentes a nosotros, hijos de una sociedad ahíta de comodidades pero siempre enfurruñados, insatisfechos, cabreados.
Quería también, escribir, reflexionar, sobre esa falta de libertad relativa pero evidente; sobre las fallas de un sistema político de solidos principios pero terriblemente gestionado, que se resquebraja como las paredes de esta hermosa ciudad, a pasos agigantados, sin renovación posible, con su detestable CDR en cada barrio y una indolencia política que no hace justicia a su historia.
Y es que yo quería escribir sobre eso y miles de anécdotas e historias más, llegar a una conclusión, poder discernir quién gana y quién pierde con este sistema y esta maravillosa ciudad, tratar de encontrar una solución a mi contradicción personal, pero regresé a España, después de haber parado el reloj del tiempo una semana, y me ahogué, esta vez sin querer. Volví, que no es poco, después de haber estado en la Habana y todo me pareció extraño, superfluo, intranscendente. Volví y al cabo de unos días, un amigo me llamó y me dijo que Saramago había muerto:"se murió, el maestro se murió".
Saramago ha muerto. Todos salimos perdiendo.
Para el mejor, la mejor canción:
" How i wish, how i wish you were here
we're just two lost souls swimming in a fish bowl
year after year.
runnin' over the same old ground
what have we found?
the same old fears
wish you were here"