miércoles, 25 de noviembre de 2009

CORBATAS Y MARTILLOS


BARRICADA. PROBLEMAS

Han sucedido algunas cosas graciosas estos días; la caída de Jennifer López en los premios AMA'S (desternillante su reacción como si no hubiera pasado nada), la pelea de cabestros de la misma tribu a la puerta de un hotel (cabestro= idiota de ultraderecha) o la mejor, ese tipo al que llaman por error desde el programa de radio de Isabel Gemio confundiéndolo con un experto en audiencias, que recomienda con todo el morro (el chico no aclaró el entuerto) que a la televisión lo que le hace falta es hablar de vinos, igual que los médicos aconsejan tomar una copita todos los días. Yo, no sé por qué, pero he pensado en corbatas y martillos.

No sé el resto, pero yo sólo tengo una corbata (azul claro, bastante usada, unicamente para bodas, bautizos y banquetes) y la otra mañana me la encontré semioculta en un cajón. Caía en esos momentos la latina con el culo más seguro del mundo mientras actuaba en una gala y unas horas después, tres tipos barrigudos y con corbata mentaban la madre del presidente de gobierno. En mi mesa de trabajo escuchaba (sin Sistema Integrado de Intercepción Legal de Telecomunicaciones, SITEL, vamos) la conversación entre uno de mis jefes y un par de clientes, todos trajeados y simpatiquísimos, riendo a mandíbula batiente y vociferando como si todo el mundo fuera sordo, incluso ellos. La proximidad de mi ubicación sólo me permitía verles el redondeado perfil y sus corbatas (roja, roja y violeta) y escucharles nítidamente insultar a Zapatero y su pésima gestión económica y a la clase obrera en general por no hacer nada ahora y en cambio antes, cuando vivían tan bien, no hacían más que manifestarse contra Aznar. Pensé, desde mi privilegiado escondite de espía del pueblo, que bien podía enredárseles en ese momento la distinguida corbata en la sucia lengua y entre ahogos y espamos caer rodando por las escaleras de la oficina hasta dar con su asqueroso culo en el suelo. Me queda la duda, eso sí, de saber si reaccionarían tan profesionalmente como la "López" cuando oyeran las carcajadas de sus ingratos asalariados por encima de sus calvas cabezas.

La otra noche, en busca de opiniones sesudas sobre actualidad, decidí marchar a la cama antes y enchufar la radio. Justo en ese momento, unos tertulianos comentaban (se mofaban, ridiculizaban incluso) la metida de pata de la "Gemio" y la jeta de ese hombre que siguió la impostura como si fuera un dirigente actual de la OMC. Para mí, esa voz anónima merecería un Goya honorífico (creo que o los regalan o los conceden sin criterio conocido) aparte de un despacho en la torre más alta con vistas a la Gran Vía. El espectáculo de Isabel Gemio y sus colaboradores tratando de entrevistar lo intrevistable y de sus "compañeros" de profesión sacando provecho de su error, nos da una imagen clara de como está el sector. Me queda la duda, eso sí, de si ese magnífico actor llevaría corbata el primer día de trabajo en su nuevo despacho con vistas a la Gran Vía.

Y en fin, como no todo iba a ser corbatas, leyendo "Las Malas Lenguas" me enteré que este fin de semana un grupo de unos treinta cabestros fueron detenidos por pelearse entre ellos y obviamente, pensé en martillos. En mi casa, no sé el resto, sólo hay un martillo bastante viejo ya, pequeño, de mango rojo, descolorido, quién pudiera decir que este utensilio que tengo entre mis manos fuera a principios del siglo pasado escogido como el símbolo de los obreros, contrapunto metafórico de la hoz y los campesinos en el denostado logo del Partido Comunista. El caso es que este fin de semana pasado, con motivo de los 34 años del fallecimiento del dictador, en un hotel de Madrid una asociación de ultraderecha convocó unas jornadas de reflexión y debate (???) y allá que se presentó una segunda para acabar a tortazos con tal de demostrar quién era más fascista de las dos. Ignoro si alguno de los anormales allí presentes llevaba corbata, pero yo imaginé una legión de martillos (como en la maravillosa película de Alan Parker, "The Wall") entrando por la puerta de ese hotel arramblando con todo, como esas fieras asustadas que escapan del zoo, mientras el bromista de la Gemio repartía vino desde su atalaya de la Gran Vía y mi jefe seguía tirado en el suelo atragantándose con su corbata.

En fin, que esta tarde, mientras con mi martillo rojo descolorido machacaba mi vieja corbata azul claro, he puesto el equipo de música (mi adorado "Platanisso", 40€ en Carrefour) y sonaba esta canción de Barricada gritando a todo trapo:

"Problemas, problemas, problemas...

¿Quién duerme? ¿Quién reza? Si el miedo entra en tu cuerpo, será porque te dejas"

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