lunes, 10 de junio de 2013

POR FIN LLEGÓ EL CALOR

PETE TOWNSHEND.LET MY LOVE OPEN THE DOOR

Sucedió el mismo día en que por fin llegó el calor. Ella lo dijo, más bien lo gritó, mientras abría la ventana del salón y se dejaba caer de nuevo sobre el sofá. La brisa entró en la casa con violencia contenida, con impaciencia, con prisa; la estancia se enfrió casi a la misma vez que ella, tirada sobre el sofá, semidesnuda, mirando sin mirar una serie estúpida en el televisor, la cabeza en otro sitio, fuera de allí; un lugar lejano e inhóspito, más estúpido que la serie de la televisión. 

Sucedió el mismo día en que por fin llegó el calor. La música que siempre le calmaba hoy era infinitamente triste, una balada continua, lacrimosa y pueril, como de adolescente encerrado en su habitación. Muy a su pesar, el teléfono había sonado un par de veces y él había tenido que contestar: disimular, mentir… no se le daba bien, pero no quería ser sincero, hoy no, no se sentía con fuerzas para descolgar y echarse a llorar, decir por ejemplo: “no salió bien, esta vez tampoco” o “no puedo más, estoy harto” mientras moqueaba o gimoteaba como un adolescente despechado. Si creyera en Dios tal vez podría haberse arrodillado en el suelo y mientras se golpeaba el pecho mirando al infinito, gritar eso de “Por qué yo Señor?” “Qué he hecho mal?” “Por qué siempre me abandonas?” Pero él no era creyente, demasiado fácil, demasiado bonito, demasiado aburrido. El mundo es una habitación de adolescente con música triste y Dios nunca aparece cuando se le espera. 

Sucedió el mismo día en que por fin llegó el calor. Las malas noticias no entienden de horarios ni de climatología. Suceden y ya está. Y él regresa a su habitación de los 16 años y a su música desconsolada, y ella se duerme en el sofá, perdidos sus pensamientos en el enésimo sueño triste, mientras de fondo las series estúpidas cumplen su papel de series estúpidas y empieza a refrescar y ya va siendo hora de cerrar la ventana del salón. Eso es todo. La buena o la mala suerte dependen de una sílaba, están en los labios de una doctora rubia de mediana edad que trabaja en turno de mañana. Y no hay nada más. La vida sucede para bien y para mal todos los días, y hoy por fin llegó el calor.