lunes, 10 de marzo de 2014

ELCHE: UNA, GRANDE Y... PRIVADA

LED ZEPPELIN. CUSTARD PIE

Practica golf todos los fines de semana en la misma escuela donde lo aprendió a jugar. Una vez al mes lleva a sus hijos al parque multiaventura para que se lancen por una tirolina. Finalizó sus exitosos estudios universitarios en el CEU (fue uno de los 12 afortunados que obtuvo beca, su nombre salió en el periódico).Va al gimnasio del Centro Deportivo cada tarde y ayer se apuntó a clases de spinning. Compra todos los sábados en el Centro Comercial de la Plaza de las Flores, donde hace poco adquirió una plaza de parking en propiedad y tiene su residencia de verano en el Fondet de La Senieta. Está contento con su vida. Le encanta vivir en su ciudad. Es el ilicitano del futuro. Es un chico del PP.
¿Nunca os habéis preguntado que se siente? Quiero decir, ser parte de todo eso, tomar un trozo del pastel (creo que aún se utiliza esta expresión); sí, saber qué es lo mejor para todo el mundo: para ti, para mí, para la ciudad. Tiene que molar mazo (¿se utiliza todavía o solo en las canciones de Camilo Sesto?), ver como hay gente que rebusca en las basuras un trozo de metal o un alimento caducado, o a esos otros que protestan airados en las oficinas bancarias porque se han quedado sin casa o sin ahorros o, y esos son los mejores, los que gritan tras pancartas horribles y que siempre acaban con la policía a porrazos o en el calabozo (pero siempre multados, qué risa Marisa), y saber que tarde o temprano el futuro se impondrá y arrasará sus quejas y sus penas, sus gritos y sus lamentos, aunque haya daños colaterales (¿en qué guerra no los hay? Ah, ¿pero esto es una guerra?), y el sufrimiento sea inevitable, no siempre llueve a gusto de todos (esta expresión sí se sigue utilizando, ¿verdad?), ellos no lo saben, pobrecitos; pero el ilicitano del futuro, el chico del PP, sí.
Tiene que ser guay (sí, lo sé, no digáis nada) ver como los abuelos se apiñan en las ambulancias y los hospitales, como saturan los centros de salud o como rebosan las farmacias; o mejor aún, todos esos extranjeros ilegales colapsando las urgencias y las fronteras (¡uy! ése es otro tema, no nos desviemos) o esas familias que ya no pueden mantener a sus dependientes, y pasear ufano por las calles y los medios de comunicación como si la fiesta no fuera con uno, qué culpa va a tener el ilicitano del futuro, el chico del PP, de la miseria de los demás, en esta ciudad maravillosa también hay gente que vive muy bien, por algo será: “A mí plín, yo duermo en Pikolín” (aquí he tocado fondo, lo reconozco, estoy pasado de moda).
¿Y qué me decís del tema del trabajo? Ahí el ilicitano del futuro, el chico del PP, no tiene rival, nadie como él para contestar a esta pregunta. Debe ser “chachi” (utilizo esta expresión tan cursi por no escribir “deber ser la hostia”, quede claro), saber de las interminables colas del INEM, de las familias sin ningún tipo de ingresos, de los ERES a diestro y siniestro, o mejor todavía, de los que curran sin contrato (en “b” o “en negro”, en la industria del calzado podrían escribir un libro) o con contratos a tiempo parcial pero haciendo más horas que un reloj (esta sí me ha quedado bien), y tener la seguridad de que la gente tiene lo que se merece, que en este mundo hay triunfadores y perdedores, en cada uno está saber aprovechar las oportunidades (emprender, arriesgar), cada palo que aguante su vela (otra expresión “guapa” para terminar el párrafo).
Al ilicitano del futuro, al chico del PP, no le importa pagar cada vez más IVA y más “contribución” para echar una mano a la sociedad. Sólo va a juicio si es absolutamente necesario, no vaya a colapsar los juzgados. Deja que los guardas de seguridad le cacheen y le detengan si es preciso en cualquier centro o local comercial, “si nada escondes nada has de temer” (toma frase hecha para ir finalizando). No se manifiesta para no entorpecer la actividad comercial y la avalancha de turistas que traen riqueza a la ciudad. Mira siempre hacia delante, superó hace tiempo ya el pasado (atávicos, decimonónicos, eso es lo que son los demás, eso es lo que soy yo). Les encanta la ciudad aunque casi no queden palmeras (o quizás por eso) y, dicen las malas lenguas, que en las noches sin viento de luna llena, si agudizas el oído puedes escucharles entonar a coro: “Elche: una, grande y… privada”

"Save me a slice of your custard pie.
Drop down".

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