martes, 17 de enero de 2012

YA ESTÁ DICHO



Se murió Manuel Fraga Iribarne. Un hombre malo. Un represor, un Franquista, un culpable que nunca pidió perdón ni se arrepintió. Murió un hombre malo, punto. En los medios de comunicación hablan de luces (prácticamente todos) y sombras (casi ninguno). Hablan de luces, de Democracia, de Transición, de centro derecha, de altura intelectual. El hombre malo ya es un hombre bueno. Hablan de luces con la boca abierta, molares, premolares y caries bien a la vista: el hombre malo era honrado, el hombre malo quería a su familia, el hombre malo era cariñoso en la intimidad, el hombre malo era austero, el hombre malo era Padre de la Constitución. El hombre malo ya es un hombre bueno. Hablan de sombras con la boca pequeña, en sordina; eran otros tiempos, otras formas de hacer política, otro mundo, otro país, otras personas a las que había que educar y dirigir y castigar para ser otro mundo, otro país, otras personas. El hombre malo es un hombre bueno.

Todo lo que me gustaría escribir sobre Manuel Fraga Iribarne ya lo ha hecho Nacho Escolar en su columna de Público. Murió un hombre malo, punto.
Pedro, Francisco, Romual, José, Bienvenido, Enrique, Julián y tantos, tantos otros luchadores por la libertad y la Democracia, esa por la que murieron y que no podrá arrebatarles un asesino cualquiera; para ellos, por supuesto, hoy más que nunca, L'Estaca de Lluis Llach.

"Si estirem tots, ella caurà
i molt de temps no pot durar.
segur que tomba, tomba, tomba,
ben corcada deu ser ja
Si tu l'estires fort per aquí
i tu l'estires fort per allá
segur que tomba, tomba, tomba
i ens podrem alliberar."

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