lunes, 30 de noviembre de 2009

HAMBRE


SCARS ON BROADWAY. WORLD LONG GONE


"Maybe i don't know, how many people are starving in this world long gone" Sí, es verdad, no sé cuánta gente muere de hambre en el mundo. Me lo pregunto mientras escucho esta canción, me lo pregunté muchas veces antes y me lo seguiré preguntando tantas otras en el futuro. Ya sé que ahí están los datos, las cifras, los documentos que ONG's y la ONU sacan a la luz para que no cerremos los ojos, pero yo sigo sin saber cuánta gente muere de hambre.


Pienso ahora mismo en Aminattou Haidar, la activista saharaui en huelga de hambre desde el 14 de Noviembre, cada vez con menos piel y más huesos, desterrada en ese aeropuerto de Lanzarote desde donde España no quiere dejar de ser amigo de Marruecos a pesar de todo y éste no quiere dejar de ser un país genocida (a pesar de Haidar) y ambos no quieren que nosotros queramos que dejen a esta chica volver a su casa, que le devuelvan "su" pasaporte, que reconozcan al pueblo saharaui y que le den lo que les robaron tanto moro y tanto cristiano. Pienso en ella y me pregunto si entra en las listas de hambrientos del mundo, no sé, quizás cuando es por una razón política no los tienen en cuenta, nunca mejor dicho.


También me acuerdo de Bono, el menos socialista de los socialistas o el más socialista de los no socialistas, no el cantante. Me acuerdo de él y me hace mucha gracia que no le dejen comulgar. Claro que, en honor a la verdad, hay que decir que estuvo enorme en sus últimas declaraciones recordando como Pinochet comulgaba todo los días que le daba la gana y a él, que se conformaría con recibir el sacramento tan sólo los Domingos, se lo prohíben por asesino. Es cierto que podía haber hecho esa reflexión antes, ya que la lista de dictadores, asesinos, pederastas etc. que han comulgado al amparo de las sotanas es infinita, pero este hombre es así, parece que a tonto y beato no le gana nadie. El caso es, que más allá de ridículas rencillas entre creyentes, me puse a calcular la cantidad de obleas que quedarían en stock si esta infame iglesia católica llevara a cabo su última amenza de excomunión y, según mis cuentas, sólo en España el hambre se podría reducir casi en su totalidad. El caso es que pienso en Bono y en su lucha anticlerical y por un mundo sin hambre, y las lágrimas ruedan por mis mejillas como melones.

En fín, frivolidades aparte, no hay razón alguna que pueda justificar tanta hambre en el mundo. Ningún pecado es merecedor de un estomago hinchado, de una boca seca, de una piel que ya es sólo hueso podrido, cádaver a la espera de la orgía de los buitres. Un mundo que no asegura un mendrugo de pan a cualquiera, es un mundo que ha perdido toda diginidad, todo principio. Estoy con Haidar, no con Bono, mucho menos con los inquisidores esos del Siglo XXI, pero quiero saber cuántas personas se mueren de hambre en este mundo; quiero conocer mi parte de culpa y la cara de sus asesinos, quiero saber que se puede hacer algo, que se hará justicia, que no nos quedaremos inmóviles al borde del camino, que el esfuerzo, al final, habrá valido la pena.

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