lunes, 23 de noviembre de 2009

VINAGRE 211




JOAQUÍN SABINA. TIRAMISÚ DE LIMÓN


Pues sí, Vinagre 211 es el nombre de un cocktail maravilloso que mezcla de manera generosa ingenio, inteligencia, arte y conciencia. Es la denominación de un combinado perfecto (lo sé, la perfección no existe porque no existe Dios, aunque todos la busquemos, aunque todos querramos matar a Dios y sólo Nietszche, después de Hegel, creyera haberlo conseguido, "Gott is tot" exclamó) de realidad y emociones, de vida en estado puro (de qué nos serviría si así no fuera). Es, para simplificar, la coincidencia féliz en el tiempo de una película y un disco de música.


Comencé la semana anterior por el fin de semana, sentado en una butaca incomodísima de una de esas multisalas claustrofóbicas del centro comercial de mi ciudad, dispuesto a ver una buena película por fin y dejándome llevar por el ambiente, es decir, por el olor de palomitas plastificadas, las bromas parvularias entre homínidos de filas distantes y el ruido de su gimnasia maxilar amplificada en la impunidad de la oscuridad. "Celda 211" es el nombre de esa obra maestra, "Malamadre" su inolvidable personaje central y Luís Tosar y Daniel Monzón los artífices de tamaña escultura fílmica. Como ni quiero ser ni soy, crítico de cine, sólo puedo hablar de las cosas que realmente importan, como que pasé varias noches reviviendo la película una y otra vez mientras trataba de dormir o del inolvidable silencio (todavía retumba en mis tímpanos) que se adueñó de la sala desde el minuto 1 hasta el final; pero sobre todo, de las múltiples películas que conviven sin estorbarse dentro de la misma hora y media de metraje; distintas lecturas que me han desordenado las vísceras y de las que una sobre todo me persigue estos días: como en una situación de máximo riesgo, la línea entre el bien y el mal no la define el lado de la reja que cada uno ocupa, sino el grado de honestidad que cada cual tiene para con sus principios.

Tan solo dos días después, el mejor letrista de nuestros tiempos, Joaquín Sabina, sacaba a la venta su nuevo disco "Vinagre y Rosas". Como con los gustos pasa lo mismo que con las fantasías, que son personales, intransferibles y muchas veces inconfesables, no escribiré que probablemente sea el mejor disco del año. Tal vez y a mí me basta, valga decir que en una sola frase este Artista (nótese la mayúscula) haya mandado al fondo del armario todas las canciones que, por desgracia, últimamente insultaban mis oídos: "Desde que se fue Violeta Parra enlutando la poesía, se ensañan con los poetas las faltas de ortografía". Amor, crisis económica, crisis de valores, política, poesía, melancolía, amistad... interminable la lista de conceptos que el maestro Sabina nos acerca con su voz, que es la nuestra, en esta impresionante obra de arte.

En fin, como el mundo sigue desnortado, feo y bastante más loco a cada minuto que pasa, esta semana me he pasado las noches deseando ser un asesino múltiple con nombre de bucanero resentido, tarareando una y otra vez la misma melodía:

" ¿Dónde crees que vas? ¿Quién te parece que soy?

Si miras atrás, luego no estoy"

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